3.3. El tema o la
disciplina a la que pertenece:
•Científico-humanístico
•Periodístico
•Literario
•Publicitario
•Jurídico-administrativo
•Etc...
3.3.1. El texto científico:
Los textos científicos abordan temas relacionados con las Ciencias de la Naturaleza (Química, Geología, Biología…). Pueden ser divulgativos o especializados, dependiendo del tratamiento del tema y del destinatario al que van dirigidos. Este tipo de textos presentan tres rasgos distintivos: la objetividad, la precisión y claridad y la universalidad. El principio de objetividad consiste en la ausencia de cualquier marca afectiva o emocional en favor del rigor y la exactitud, es decir, la precisión y la claridad. El principio de universalidad se entiende como la superación de las limitaciones espaciotemporales en la formulación de las leyes científicas. Estas tres particularidades se manifiestan en diferentes niveles del código lingüístico. En el nivel léxico, destaca el uso de un léxico denotativo, en el que abundan los tecnicismos o palabras específicas de una determinada especialidad (monosemia). En un mismo texto, es frecuente la repetición léxica de conceptos clave (célula, agua…). Los tecnicismos científicos son menos estables que los humanísticos y los jurídicos, debido a los continuos progresos de la ciencia. En el nivel morfosintáctico, destaca la presencia de oraciones enunciativas y de construcciones con indeterminación de agente (pasiva refleja, impersonal refleja), así como el uso de adjetivos especificativos o construcciones de relativo que precisan el significado de las nombres (la célula eucariota). El uso del artículo generalizador y del presente atemporal son dos marcas lingüísticas que inciden en el principio de universalidad (el agua está formada por dos moléculas…). Los textos científicos pueden adoptar dos modalidades discursivas: la descripción y la exposición. En el nivel textual, predominan los localizadores espaciales en los textos científico-descriptivos (a la derecha, al lado…); y en los expositivos, los nexos de adición (además, asimismo…), oposición (no obstante, pero), causativos (por lo tanto, por consiguiente…) y reformulativos (por último, en conclusión…).
3.3.2. El texto humanístico:
Los
textos humanísticos abordan el estudio del hombre y sus múltiples actividades
artísticas y culturales (Filosofía, Sociología, Pedagogía, Lingüística…). Los
textos que se generan en el ámbito de las disciplinas humanísticas son muy
variados (discursos, monográficos, ensayos…) y sus características dependen de
factores como la extensión del escrito, el grado de profundidad del tema, la
intencionalidad del autor, el destinatario y el medio elegido para su
transmisión. Por lo general, adoptan las formas discursivas de la exposición y
la argumentación, muchas veces combinadas. En la modalidad expositiva, los
textos humanísticos reúnen ciertos rasgos que los asemejan a los textos
científicos y administrativos: la objetividad, la precisión y claridad y la
universalidad. En el nivel léxico, destaca el uso de tecnicismos o palabras
específicas de una determinada especialidad. En el nivel morfosintáctico, la
presencia de oraciones enunciativas y de construcciones con indeterminación de
agente (pasiva refleja, impersonal refleja), así como el uso de adjetivos especificativos
o construcciones de relativo que precisan el significado de las nombres. El uso
del artículo generalizador y del presente atemporal son dos marcas lingüísticas
que inciden en el principio de universalidad (La Edad Media es…). En la
modalidad argumentativa, aparecen la subjetividad y la voluntad de estilo del
autor. Las marcas lingüísticas más destacables son el empleo de un léxico
connotativo (en el que las palabras se impregnan de significados añadidos), y
la presencia de recursos y artificios literarios (paralelismos, metáforas,
antítesis, interrogaciones retóricas…). En una y otra modalidad, se advierte la
presencia de nexos de adición (además, asimismo…), oposición (no obstante,
pero), causativos (por lo tanto, por consiguiente…) y reformulativos (por
último, en conclusión…).
3.3.3
El texto jurídico-administrativo:
Aunque los textos
jurídico-administrativos comparten muchas características en común, conviene
hacer una diferencia. Los textos jurídicos se relacionan con el Derecho y
pueden ser legales, judiciales y doctrinales. Los textos legales están
relacionados con la promulgación de las leyes (leyes, decretos, órdenes
ministeriales...), los textos judiciales se relacionan con la aplicación de las
leyes (sentencias, autos, recursos...) y los doctrinales son estudios
especializados firmados por expertos juristas (monografías, ensayos...). Los
textos administrativos son aquellos que ponen en comunicación a los usuarios
con la Administración (actas, cartas, certificados, curriculum vitae...). Ambos
tipos adoptan la modalidad expositiva o argumentativa y se caracterizan por
tener una estructura fija que viene marcada por la naturaleza del texto. Así
una instancia deberá tener el encabezado, el cuerpo del escrito y el saludo
final con los datos del firmante. Los dos tipos de texto comparten también los
mismos rasgos: precisión, objetividad, universalidad, imperatividad y
conservadurismo. La precisión se manifiesta en el uso de nexos con valor
explicativo y de amplias definiciones. La objetividad es en sí un fin, aunque
algunas leyes se redacten con una deliberada ambigüedad. La universalidad se
manifiesta por la presencia del artículo con valor generalizador. La
imperatividad, con el futuro de mandato. Y el último rasgo, el conservadurismo,
por el uso de arcaísmos gramaticales y locuciones latinas.
3.3.4. El texto publicitario:
La
publicidad cumple con la finalidad de vender objetos y servicios, aunque de
forma subliminal difunde valores connotativos ideológicos y sociales. Así,
tiene dos objetivos: dar a conocer un producto y provocar la necesidad de su
adquisición. En el lenguaje publicitario, predomina la apelación al receptor y,
a la vez, otras funciones como la referencial (para informar), la apelativa
(para llamar la atención) o la poética (para embellecer el mensaje). El
lenguaje es heterogéneo ya que mezcla el código lingüístico (eslogan y texto),
el icónico visual (imagen fija o en movimiento) y el iconográfico (interacción
del lingüístico y el icónico visual). Para llamar la atención, el mensaje
publicitario se construye a partir de procedimientos lingüísticos fónicos
(paranomasias), morfosintácticos (frases nominales, uso de la modalidad
imperativa…) semánticos (cultismos, neologismos…) y retóricos (sinestesias,
metáforas…). Por último, el mensaje publicitario está condicionado por el
“target” o destinatario, y por las características del producto que pretende
mostrar. Este último puede ser institucional (campaña de tráfico, de prevención
de drogas…) o comercial (productos de uso diario, artículos de compra por
impulso, de alto precio, de consumo visible).
3.3.5. El texto periodístico:
Los
textos periodísticos se agrupan en diferentes géneros: los informativos, que
cumplen la función representativa del lenguaje (noticia, reportaje y entrevista),
los de opinión, que adoptan la función expresiva del lenguaje (artículo de
opinión, columna y editorial, viñeta gráfica) y los mixtos, que combinan ambas
funciones (crónica y crítica). Estos géneros dependen de la intencionalidad del
emisor y, responden a las principales finalidades del periodismo: informar y
formar opinión. El estilo de los géneros informativos se basa en la
objetividad, la claridad y la concisión. Los rasgos lingüísticos más
destacables son una constante actualización léxica (neologismos, siglas,
préstamos) y el contagio con otros tipos de discurso, según el ámbito
informativo (lenguajes específicos –administrativo, científico, literario-). El
estilo de los géneros interpretativos se fundamenta en la argumentación y, como
consecuencia, aparecen en los textos marcas de subjetividad, periodos
sintácticos complejos y también figuras literarias como el paralelismo, la
interrogación retórica o las metáforas. En el mensaje periodístico, se combinan
diferentes códigos: lingüístico (preferentemente el registro formal), icónico
(fotografías, viñetas…) y paralingüístico (columnas, separadores, tipografías,
color…).
3.3.6. El lenguaje literario:
El
lenguaje literario y la lengua común comparten el mismo código, pero se
distinguen en sus objetivos. La lengua común es un vehículo de transmisión de
información, mientras que el lenguaje literario es un medio para crear belleza.
Las obras literarias pretenden transmitir emociones o contenidos nuevos y
sugerentes mediante un lenguaje connotativo y con una finalidad estética. El
lenguaje literario es un registro culto, cuyas principales características son
las siguientes: cumple la función poética o estética, es innovador (dota a las
palabras de nuevos sentidos), exige literalidad (cualquier cambio o sustitución
destruiría el mensaje original), y se desvía de la norma mediante los recursos
literarios (fónicos – aliteración, paronomasia-, morfosintácticos -anáfora,
paralelismo- y léxico-semánticos –metáfora, comparación-), con los que, muchas
veces, causa extrañeza al lector. El lenguaje literario se manifiesta de forma
distinta en cada uno de los géneros. En la lírica, predomina la expresión del
yo, con recursos como la adjetivación valorativa; en la narrativa, destacan el
estilo verbal y el punto de vista del narrador en el relato de las acciones; en
el teatro, el diálogo da viveza al conflicto entre los personajes; y, en la
didáctica, aparecen los rasgos propios de la exposición y la argumentación.
3.3.7. El lenguaje poético:
Es
semejante al texto anterior, pero con algunas variaciones. El lenguaje poético
y la lengua común comparten el mismo código, pero se distinguen en sus
objetivos. La lengua común es un vehículo de transmisión de información,
mientras que el lenguaje poético es un medio para crear belleza. La poesía
pretende transmitir emociones o contenidos nuevos y sugerentes mediante un
lenguaje connotativo e, inicialmente, una finalidad estética. El lenguaje
poético es un registro culto, cuyas principales características son las
siguientes: Cumple la función poética o estética, es innovador (dota a las
palabras de nuevos sentidos), exige literalidad (cualquier cambio o sustitución
destruiría el mensaje original), y se desvía de la norma mediante los recursos
literarios (fónicos, morfosintácticos y léxico-semánticos), con los que, muchas
veces, causa extrañeza al lector. Los recursos fónicos se consiguen mediante
procedimientos como la repetición (aliteración) o la modificación
(paronomasia). Los recursos morfosintácticos se logran mediante la repetición
(anáfora, paralelismo), la acumulación (enumeración, concatenación), la
alteración (hipérbaton) o la omisión (elipsis, asíndeton). Los recursos
léxicosemánticos más destacables son la metáfora, la comparación, la ironía y
la personificación. El lenguaje poético se presenta normalmente en verso, pero
también hay poemas en prosa. El verso está compuesto por una serie de elementos
que confieren ritmo al poema: las pausas, los acentos, el número de sílabas y
la rima. Existen poemas de versificación regular (p. ej.: soneto o la lira) y
poemas que no se ajustan a ninguna exigencia. Se habla de verso libre cuando en
un poema los versos no tienen el mismo número de sílabas y no hay rima entre
ellos. Se habla de versos blancos o sueltos, cuando en una composición con
estructura métrica regular, aparecen versos sin rima.
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