1) El modelo del código y sus límites
La comunicación es un proceso que
involucra dos dispositivos de procesamiento de información. Un dispositivo
modifica el entorno físico del otro y, como resultado, el segundo construye
representaciones similares a las representaciones ya almacenadas en el primero.
¿Cómo puede un estímulo físico dar
lugar a la similaridad de representaciones cuando no hay similaridad de ningún
tipo entre el estímulo y las representaciones? Todas las teorías respondían a
esta pregunta mediante el modelo del código. Un código capacita a dos
dispositivos que procesan información para comunicarse. Las emisiones
lingüísticas tienen éxito al comunicar pensamientos; la hipótesis de que las
emisiones son señales que codifican pensamientos parece explicar este hecho.
Sin embargo, la comprensión incluye más cosas que la decodificación de una
señal lingüística: hay un hiato entre la representación semántica de las
oraciones y los pensamientos comunicados efectivamente por las emisiones que no
queda rellenado por más código, sino por inferencia.
El estudio de la representación
semántica de las oraciones pertenece a la gramática; el estudio de la
interpretación de las emisiones pertenece a lo que ahora se conoce como
pragmática. La pragmática tiene que explicar cómo los oyentes resuelven
ambigüedades, completan oraciones elípticas o incompletas por cualquier otra
razón, identifican las inferencias que el hablante intentan que se hagan, identifican
la fuerza ilocucionaria, reconocen tropos y recuperan el alcance implícito,
entre sus tareas.
Para justificar el modelo del código
de la comunicación verbal, tendría que mostrarse que puede darse cuenta de la
interpretación de las emisiones en el contexto añadiendo un nivel pragmático
extra de decodificación en el nivel lingüístico proporcionado por la gramática.
En la práctica, sin embargo, muchos estudiosos de la pragmática han descrito la
comprensión como un proceso inferencial.
Los procesos inferenciales y de
decodificación son diferentes. Un proceso inferencial toma un conjunto de
premisas como input y proporciona como output un conjunto de conclusiones que
se siguen lógicamente de o, al menos, están garantizadas por las premisas. Un
proceso de decodificación toma una señal como input y proporciona como output
un mensaje asociado con la señal por medio de un código subyacente. Las
conclusiones no están, en general, asociadas con sus premisas por un código, y
las señales no garantizan los mensajes que conllevan.
El conjunto de premisas usado para
interpretar una emisión constituye lo que se conoce generalmente como contexto.
Un contexto es un constructo psicológico, un subconjunto de las suposiciones
del oyente sobre el mundo. Cada nueva emisión requiere un contexto diferente
(aunque sea solo porque la interpretación de la emisión previa se ha convertido
en parte del contexto). Un problema central para la teoría pragmática es
describir cómo construye el oyente un contexto nuevo para cada emisión.
Para los teóricos del código, el
contexto usado por el oyente debe ser idéntico siempre al que el hablante tiene
en cuenta. ¿Puede cumplirse esta condición? Cualesquiera dos personas están
seguras de compartir algunos supuestos sobre el mundo. No obstante, esto
plantea cómo distinguir entre los supuestos que comparten hablante y oyente y
los que no. Por esta razón, tienen que hacer suposiciones de segundo orden
sobre qué supuestos de primer orden comparten; pero entonces harían mejor en
asegurarse de que comparten esos supuestos de segundo orden, lo cual exige
supuestos de tercer orden y así de manera indefinida.
Dentro del armazón del modelo del
código el conocimiento mutuo es una necesidad. Sin embargo, los estudiosos de
la pragmática no han ofrecido apoyo independiente para distinguir conocimiento
mutuo y no mutuo. En Relevance se presentan argumentos para mostrar que la
hipótesis del conocimiento mutuo es psicológicamente implausible. Como
conclusión, se rechaza el modelo del código de la comunicación verbal que
implica.
2) El modelo inferencial
En “Meaning”, Grice analizaba lo que
es para un individuo querer decir algo mediante una emisión en términos de
intenciones e intentaba extender este análisis del “significado del emisor” a
áreas que suscitan tradicionalmente preocupación semántica tales como el
análisis del “significado de la oración” y el “significado de la palabra”. El
análisis de Grice proporciona el punto de partida para un nuevo modelo de la
comunicación, el modelo inferencial, y esta es la manera en que la usamos en
Relevance.
Supongamos que María quiere informar a
Pedro del hecho de que tiene inflamación de garganta. Todo lo que tiene que
hacer Pedro oiga su voz ronca, proporcionándole así una evidencia saliente y
concluyente de que tiene inflamación en la garganta. Supóngase que María
intenta, el 10 de enero, informar a Pedro de que tenía información de garganta
la Nochebuena anterior. Esta vez será más difícil que proporcione evidencia
directa. Lo que sí puede hacer es proporcionarle evidencia directa de su
intención presente de informarle de ello. Esto lo puede hacer diciendo, p. ej.,
“Tenía la garganta inflamada el día de Nochebuena”. La intención de María de
informar a Pedro de su pasada inflamación de garganta se cumple haciendo que
Pedro reconozca su intención.
Este ejemplo muestra que la
información puede transmitirse de dos maneras diferentes. Una manera consiste
en proporcionar evidencia directa, aunque esto no debería considerarse en sí
mismo una forma de comunicación. Cualquier estado de cosas proporciona una
evidencia directa. Otra manera de transmitir información es proporcionar
evidencia directa para la intención que uno tiene de transmitirla. Este segundo
método es claramente una forma de comunicación; se puede llamar comunicación
inferencial puesto que la audiencia infiere la intención del comunicador a partir
de la evidencia proporcionada para este preciso propósito.
Un comunicador que participa en
comunicación inferencial modifica perceptiblemente el entorno físico de su
audiencia, esto es: produce un estímulo. Lo hace con dos intenciones
características: la intención informativa, para informar a la audiencia de
algo, y la intención comunicativa, para informar a la audiencia de su intención
informativa.
¿Cómo se reconocen las intenciones
informativas? Grice sugiere que un comunicador racional intenta cumplir ciertos
patrones generales. Describe esos patrones como un principio cooperativo y
nueve máximas asociadas. A partir del conocimiento de esos patrones, la
observación de la conducta del comunicador y del contexto, la audiencia puede
normalmente inferir la intención informativa del comunicador. Considérese el
siguiente ejemplo:
Pedro: ¿Quieres una taza de café?
María: El café no me deja dormir.
A menos que se hagan algunos supuestos
adicionales, la respuesta de María no logra satisfacer una de las máximas de
Grice: “Ve al grano”. Sin embargo, Pedro debería dar por sentado que María no
está desafiando la máxima; puede justificar este supuesto suponiendo también
que María intenta que él infiera de su respuesta que no quiere estar despierta
y que, por lo tanto, no quiere nada de café. Estas suposiciones inferidas
contextualmente, recuperadas por referencia al principio cooperativo y las
máximas, son lo que Grice llama implicaturas de la emisión de María. Tales
implicaturas se comunican no por medio de la codificación, sino proporcionando
evidencia del hecho de que el hablante intenta transmitirlas.
El análisis de las implicaturas
propuesto por Grice es enteramente ex post facto. Dado que se encuentra que una
emisión en un contexto conlleva implicaturas particulares, lo que tanto el
oyente como el estudioso de la pragmática pueden hacer es mostrar, en términos
intuitivos, cómo un argumento basado en el contexto, la emisión y las
expectativas generales justifica la interpretación particular elegida. Lo que
no logran mostrar es que, sobre la misma base, no podría haberse dado un
argumento igualmente bien formado para una interpretación completamente
diferente y poco plausible.
La idea de Grice es que el mismo acto
de comunicación crea expectativas que a continuación él mismo explota
proporcionado un punto de partida. Además de esto, el modelo inferencial
necesita una reelaboración para que pueda convertirse en un modelo realmente
explicativo.
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